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Lo que el viento se lleva

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Fuepe muypi repe fuerpetepe elpe temporalpa, nospo tipirópo lapa dalpacapa apa lapa crespetapa.

 

Este primer trozo pertenece a la extensa primera parte que este acucioso y honesto espía no ha podido desencriptar, ya que el algoritmo 5G no dio el ancho. La parte final de las oscuras maquinaciones de la cofradía Dalca Soberana de Puerto Mol, se reproduce a continuación y parece corresponder al informe meteorológico:

 

Ilustres navegantes, navegantas y navegantos (esto para que vayan cachando que a inclusivos no nos ganan ni pujando en cuclillas), harto fuerte estuvo el ventarrón de norte, dos días y medio in crecendo, como dirían los vecinos de los etruscos, pero ahora ya llegó la lluvia, como corresponde, ya que nuestras fondas no tendrían gracia alguna si no están instaladas en un barrial que te la voglio dire, como expresarían ahora sí los etruscos propiamente dichos.

Tanto sopló el viento que se llevó muchas banderas, muchas que se veían muy atractivas y que parecían alzadas por mucha gente, pero parece que no eran tantos los dispuestos a sostenerlas. Muy llamativo resulta que el año pasado por estos días la ciudad se engalanaba con banderas mapuches, ahora se ve muy solitaria esa que frente a la Alcaldía, como dijo un recordado chonchino, blasfema en su mástil. Tal vez este año ya no es el decorado requerido para ser visto como políticamente correcto, pero probablemente nuestro Alcalde seguirá haciendo el aguante porque, para que se vayan enterando los escépticos de otras latitudes, nuestros Alcaldes del archipiélago son tan abnegados y devotos de su pueblo como el Alcalde de Piduquén (Ref.) A modo de ejemplo cabe recordar el heroico gesto de don Cornelio, por entonces Alcalde de Calbuco, quien al recibir al equipo de Salud a cargo de la prevención del cáncer cérvico-uterino, para dar un ejemplo a la comunidad desconfiada ¡se ofreció el primero para hacerse el PAP! ¡Huija canejo!




La voladura de banderas mapuches se ha visto acompañada también por una ventolera de denuestos para los peñis, en la que ignorantes ha sido lo más suave, pero cabe preguntarse qué tan justo es nuestro juicio. Tal vez nuestra oferta de plurinacionalidad satisfacía sólo a nosotros los huincas y nos sentíamos de lo más contentos y purificados de todo sentimiento de culpa; pero como Héctor Llaitul ha expresado muy claramente, lo que los peñis demandan es territorio, por lo que el asunto de la plurinacionalidad fue como regalar condones en un asilo de ancianos.

El problema aquí en el archipiélago fue que nos anduvimos subiendo por el chorro e importamos un problema que no es nuestro. Ocurre que la historia del archipiélago, durante una enorme mayor parte de la historia conocida, ha sido bien diferente a la de Chile; acá no hay “originarios”, porque cuando llegaron los antepasados de los peñis, por ahí por el siglo 8, hicieron una limpieza étnica tan eficiente que el pueblo chono, que había habitado estas costas por miles de años, desapareció por completo.

Nuestra historia no avanzó por diferencias étnicas, sino por las viejas y conocidas diferencias de clase. El alzamiento de 1712 no fue de aborígenes contra invasores, sino de trabajadores explotados (encomendados) contra patrones (encomenderos) abusivos, por eso cuando los alzados buscaron el apoyo de los reyunos, tan “indios” como ellos pero no encomendados, estos últimos tomaron partido por la institucionalidad y los entregaron a las autoridades coloniales. No era racial la divisoria. En Calbuco, la isla de las aguas azules, se pudo ser Alcalde apellidándose Krausse, Parancán o Cárdenas, y nadie paró mientes en el hecho. Ojalá podamos seguir adelante, remando juntos, sin fijarnos en los apellidos, sólo en el rumbo.

¿Qué banderas sobrevivirán al temporal y a la autocrítica? ¿Cuáles encontrarán suficientes manos para mantenerlas en alto? ¿Cuáles quedarán como un pie de página en la historia? Como cantaron Peter, Paul & Mary, citando a un viejo judío, la respuesta, amigazo, está soplando en el viento.

 

Hasta aquí el documento confidencial filtrado para Güiquilics Patagonia por este pundonoroso espía, quien aprovecha para recordar a los chilenos que este 18 – con empanadas y vino tinto – hemos de brindar por el Conde de la Conquista y renovar nuestro juramento de lealtad al Rey Fernando, quien de tan séptimo y estúpido terminó totalmente esdrújulo.

 

Ref.- Piduquén, pueblo de Máximo Chambónez, por Themo Lobos. Revista Barrabases.

 

Puerto Mol, 15 de septiembre de 2022.

 

Renato Alvarado Vidal;

ya saben, jubilado del servicio público de Salud, ex sommelier de polvorines del FPMR y actualmente maquinista del tren repartidor de paisajes en Suralia.

 

P.S.- Muera el roto Bonaparte.

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jubilado del servicio público de Salud, ex sommelier de polvorines del FPMR y actualmente maquinista del tren repartidor de paisajes en Suralia.

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