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“Las raíces de la crisis del agua están en la codicia y la irresponsabilidad de los ricos”

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Hacer realidad a los derechos humanos de quienes viven en la pobreza y restaurar la salud de los ecosistemas acuáticos: dos desafíos convergentes por el Relator Especial sobre los derechos humanos al agua potable y al saneamiento, Pedro Arrojo Agudo, quien presenta hoy, 14 de septiembre 2023, su informe anual antes el Consejo de los Derechos Humanos en la sede de la Naciones Unidas de Ginebra, Suiza.

Para el Relator Especial sobre los derechos humanos al agua potable y al saneamiento, Pedro Arrojo Agudo, hacer llegar agua potable a los 2.000 millones de personas sin acceso garantizado a ella, la mayoría de ellas gravemente empobrecidas, sólo es posible si se avanza en la restauración del buen estado de los ecosistemas acuáticos que abastecen su agua.

El informe que el Relator Especial presenta hoy antes el Consejo de los Derechos Humanos se centra en los problemas de la contaminación, la sobreexplotación y la mala gestión de ríos, lagos, humedales y acuíferos, y sus impactos en los derechos humanos al agua potable y al saneamiento. En particular, muestra cómo la contaminación tóxica del agua por metales pesados ​​y otros contaminantes viola no sólo el derecho al agua sino también el derecho a la salud y la vida de millones de personas.

“Hoy nos enfrentamos a una crisis paradójica: una crisis global del agua en el planeta del agua, el planeta azul, con 2 mil millones de personas sin acceso garantizado al agua potable. Muchos sostienen que la crisis del agua es consecuencia de la escasez de agua dulce. Sólo el 2,5 por ciento del agua del planeta es agua dulce y el 0,03 por ciento alimenta lagos, humedales y ríos en islas y continentes. Afirmar que la crisis mundial del agua es consecuencia de la escasez de agua dulce en el planeta es simplista y engañoso. Desdibuja las cuestiones reales y críticas sobre las cuales se deben tomar medidas”, denuncia el Relator Especial antes el Consejo de los Derechos Humanos. “La mayoría de los 2.000 millones de personas sin acceso garantizado a agua potable no son personas sedientas y sin agua en sus entornos vitales, sino personas empobrecidas que viven junto a ríos o acuíferos contaminados, a menudo con toxinas, o sobreexplotados por sistemas agrícolas abusivos e insostenibles, así que actividades industriales”.




Asimismo, las personas que no tienen los medios para llevar agua a sus hogares y tratarla tienen aún menos posibilidades de superar los problemas de degradación de sus ecosistemas acuáticos. La sobreexplotación y la contaminación de los ecosistemas acuáticos restringen el acceso al agua potable, especialmente para los más empobrecidos y los que sufren marginación y discriminación. El agua del grifo a menudo no es potable cuando las fuentes están contaminadas con toxinas que no pueden eliminarse mediante procesos de purificación ordinarios, cuando las aguas residuales no se tratan adecuadamente o cuando se produce contaminación en las redes de distribución.

A veces, la agricultura y la industria acaparan el agua, dejando sólo pequeñas cantidades, que están contaminadas, para la gente. En estos casos, el consumo de agua embotellada aumenta entre quienes pueden permitírselo, pero quienes tienen problemas económicos terminan bebiendo agua no potable suministrada por redes públicas.

Según Pedro Arrojo Agudo, “las raíces de esta crisis del agua están en la insostenibilidad del actual modelo de desarrollo, basado en el paradigma de dominación de la naturaleza, y en la codicia y la irresponsabilidad de los ricos. Es necesario avanzar hacia un nuevo modelo de regeneración ambiental que se base en la sostenibilidad y que promueva una gobernanza democrática del agua basada en un enfoque de derechos humanos”.

“¿Por qué 2 mil millones de personas carecen de acceso confiable al agua potable? La respuesta puede encontrarse en la interacción de presiones múltiples y acumulativas impulsadas por actividades humanas que amenazan o socavan las fuentes de agua de miles de millones de personas, a menudo empobrecidas”, dijo Pedro Arrojo.

La contaminación por metales pesados, metaloides y otras toxinas generadas por la minería legal e ilegal y otras actividades productivas continúa aumentando en muchos países. El agua es el principal vector de propagación de este tipo de contaminación. La minería a gran escala requiere mucha agua, pero sobre todo produce grandes volúmenes de desechos tóxicos: ácido sulfúrico, arsénico, cobre, cadmio, plomo, cobalto, zinc y agentes químicos, como el cianuro. La minería de oro a pequeña escala contamina los ecosistemas acuáticos principalmente con mercurio.

“La extracción de petróleo y gas afecta gravemente a los ecosistemas de agua dulce al liberar grandes cantidades de la denominada agua producida durante la extracción (una mezcla peligrosa y potencialmente cancerígena). Los Pueblos Indígenas Kichwa, Quechua y Achuar del Departamento de Loreto, Perú, vienen denunciando la contaminación de sus ríos y territorios por parte de Pluspetrol, con el vertido de unos 1.669 millones de barriles de agua altamente tóxica producidos entre 2000 y 2009”, denuncia el Relator Especial. “El fracking de gas natural, (también conocido como fracturación hidráulica, método de extracción de combustibles fósiles -especialmente gas y petróleo- de formaciones muy poco permeables en el que se emplea la inyección de grandes cantidades de agua y productos químicos), también presenta riesgos considerables de contaminación de las aguas subterráneas que afectan el suministro de agua potable”.

Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), se estima que cada año se desperdician 100 millones de toneladas de plástico en la naturaleza, particularmente en ríos y ecosistemas acuáticos, y llegan hasta el mar, generando sustancias tóxicas y contaminación por microplásticos.

Pedro Arrojo no olvida la preocupación al respecto de la contaminación del agua por parte de la industria química: “en la región italiana del Véneto, más de 300.000 personas se vieron afectadas por el agua contaminada con sustancias polifluoroalquiladas Perand (PFAS), sustancias químicas que no se descomponen en el medio ambiente y se acumulan en los tejidos vivos. Algunas industrias han envenenado ciudades en los Estados Unidos de América y en Bélgica, haciendo imposible el cultivo de alimentos en vastas regiones. En Estados Unidos, los tribunales ya han dictado sentencias condenando a las empresas que contaminan los ríos con PFAS en la cuenca baja del río Cape Fear”.

Los informes muestran que un tercio de todos los ríos de América Latina, África y Asia sufren una grave contaminación patógena. La contaminación orgánica grave se encuentra en aproximadamente una séptima parte de los ríos, y la contaminación por salinidad grave y moderada en aproximadamente una décima parte de todos los ríos. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), al menos 2 mil millones de personas beben agua contaminada con heces.

Dada la magnitud del daño, el Relator Especial sugiere iniciar un debate en la comunidad internacional con miras a incluir estas acciones en la lista de crímenes contra la humanidad para que los perpetradores rindan cuentas.

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Elena Rusca

Periodista, corresponsal en Ginebra

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