Presidenciales 2021

Abstencionismo ¿Una alternativa inocente?

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En la lucha elecccionaria que vivimos, a pesar de los signos que apuntan a una victoria de Boric, no me es posible descartar un temor siempre presente en las contiendas electorales de las últimas décadas. Esto es el pensamiento, la conducta y la moral de quienes escogen no participar en los procesos electorales, es decir, de aquellos que deciden no votar, a quienes cabe llamar ”abstencionistas”. Ellos constituyen una cifra abrumadoramente alta y bordea nada menos que el 50 % del universo electoral chileno, lo que le otorga una significación política y social de grandes proyecciones.

 

Mi temor surge del hecho de que si bien el ganador de esta elección o de cualquier otra será determinado por la cantidad mayoritaria de votos obtenido por alguno de los candidatos/as entre todos aquellos electores que concurrieron a las urnas, en los hechos el resultado será determinado por aquella masa informe y enorme de abstencionistas que se restan a participar en aquello que ellos sienten como una farsa democrática. Es lo que ocurrió en las dos últimas elecciones presidenciales.

El último período presidencial de Michelle Bachelet fue una directa consecuencia de la abstención electoral de quienes no la querían otra vez como presidenta. La re-elección de Sebastián Piñera es resultado del mismo fenómeno, esta vez con trágicas consecuencias para el pueblo ciudadano.. Mi temor es que tan grande abstencionismo pueda determinar una vez más, un resultado totalmente adverso a la democracia, a la paz y a la convivencia social.

 

El abstencionismo no es como quieren creer sus practicantes, un acto privado, inocuo, aislacionista y menos aún, inocente. Los abstencionistas no van a votar, pero, lo quieran o no están absolutamente presentes en los resultados eleccionarios de los que no quieren ser parte. No concurrir a las urnas es un acto personal de carácter negacionista que no elimina de ninguna manera ni su significación política ni su consecuencia social y pública. El abstencionista resta a la comunidad social de la que forma parte su opción político-electoral, a la vez que tácitamente le entrega a otros, amigos o enemigos, su propia facultad de decisión. No aparece consignado como elector, pero contribuye al éxito eleccionario de otros. La que puede ser, como en esta oportunidad, nada más ni nada menos, una alternativa entre democracia o dictadura. Es decir, entre vida política continua  o suicidio soberano autoinflingido.




 

No se puede obligar a nadie a votar o a no votar. Los abstencionistas tienen generalmente muchos y fundados motivos políticos para no querer hacerlo, esto es innegable. Suelen estar convencidos que ninguna elección dentro de la democracia imperfecta  o falsa en que vivimos, va cambiar en nada la realidad social y política. En realidad, llevamos treinta años comprobándolo. Sin embargo, a pesar de tantas frustraciones, la responsabilidad ética y política está allí, en la mente, en el corazón y el entendimiento de cada ciudadano/a y debiera capacitarlo/a para comprender que hay momentos y momentos, unos más trascendentes que otros. Y que persistir en la ilusa consigna del ”todo o nada” no tiene ningún sentido, ninguna perspectiva.

 

Estamos en el momento de renunciar aunque fuere momentáneamente al abstencionismo de siempre. Las fuerzas políticas retrógradas y autoritarias se han colocado sin condiciones tras un candidato que es la negación rotunda de toda democracia y respeto a los derechos humanos y sociales, como lo ha expuesto taxativamente en su plan original de gobierno. Todos los ciudadanos honestos y dignos estamos ante el deber ineludible de detener en las urnas este obceno y criminal intento de restablecer una dictadura igual o peor a la de Pinochet. Los abstencionistas tienen una particular y trascendente responsabilidad moral e histórica ante estos hechos.

 

Por Elías Vera Alvarez

 

18 diciembre 2021

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