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Análisis crítico de la coyuntura política chilena: Un enfoque desde la Izquierda

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El documento «La contraofensiva de la reacción está en marcha: A enfrentarla con el rearme del campo popular, revolucionario y comunista» aborda la coyuntura política chilena desde una perspectiva de izquierda escrita por la Organización Comunista Revolucionaria.  El texto analiza la estrategia de la burguesía y el bloque en el poder, quienes están desarrollando una contraofensiva con el objetivo de consolidar su dominación y sistema de privilegios. Esta contraofensiva se manifiesta en la profundización del estado contrainsurgente a través de leyes represivas, el fortalecimiento de las instituciones represivas y la relegitimación de masas de estas instituciones.

El documento también examina la situación del gobierno y la oposición, destacando diferencias tácticas entre facciones de la burguesía en el poder. Se señala el esfuerzo del gobierno por mantener la estabilidad política y revalidar su imagen ante la ciudadanía. Asimismo, se critica la falta de unidad y coordinación dentro del campo revolucionario, así como la presencia de sectores oportunistas que se han desviado de posiciones más radicales en favor de estrategias electorales y parlamentarias. El texto insta a la construcción de una alternativa revolucionaria, el fortalecimiento de la lucha popular y la resistencia contra la dominación capitalista.

En resumen, el documento proporciona un análisis crítico de la situación política en Chile desde una perspectiva de izquierda, evaluando las estrategias de la burguesía, el gobierno, la oposición y el campo revolucionario, y subrayando la importancia de la unidad y la lucha organizada para enfrentar la contraofensiva reaccionaria.

 

La contraofensiva de la reacción está en marcha. A enfrentarla con el rearme del campo popular, revolucionario y comunista ¿Cambio en el período, cierre de ciclo o ajustes en la coyuntura?

 

El campo enemigo




 

La burguesía y el bloque en el poder van desarrollando su contraofensiva de manera ordenada y ajustada a sus planes táctico/estratégicos. Este plan en la actual coyuntura avanza fundamentalmente en dos planos, ambos de proyecciones estratégicas:

 

Por un lado, la profundización del estado contrainsurgente, a través de la avalancha de leyes y proyecto de leyes que, con incluso cierto apoyo masivo, apuntan a criminalizar la protesta; dotar de mayores facultades represivas a las policías, proteger la acción criminal de sus agentes (impunidad al gatillo fácil y la tortura), establecer sistemas de vigilancia y control masivos, etc. También y esto es destacable, desde la perspectiva contrainsurgente, ampliar las facultades de las FF.AA, debatir sobre las reglas de Uso de la Fuerza (RUF) y el proyecto de infraestructura crítica; realizar ejercicios contrainsurgentes dentro del territorio nacional, incluyéndolas en el despliegue represivo al interior de las propias fronteras.

 

Por su parte el proceso de relegitimación de masas de sus instituciones represivas y armadas. Este proceso se despliega en la lucha de ideas y es un elemento central en la defensa estratégica del sistema de dominación y explotación capitalista, se preparan políticamente para la guerra contrainsurgente, trabajando el sentido común, resituando a las FF.AA y policías como instituciones protectoras, esenciales para el orden republicano, todas confiables y necesarias. Para esto se les hace básico reinterpretar el golpe militar, aun a costa de cuestionar la dictadura cívico – militar, utilizando la concepción del “nunca más”, desalojan cualquier vía revolucionaria como herramienta legítima, validando así que el orden democrático burgués es la única alternativa legítima de sociedad y sí para resguardarlo se debe recurrir a la represión, tendrá que ser así. El fenómeno del creciente fortalecimiento y endurecimiento del crimen organizado, principalmente ligado al narcotráfico es utilizado así mismo en esta dimensión.

 

Estas operaciones políticas de fondo avanzan bajo la cobertura de su necesario plan constitucional. El plan constitucional pasa de circo público con abundantes cachetadas de payaso, vistosas y ruidosas pero que no hacen daño, a la fome y apagada velada de palacio, con guión preestablecido y bordes de seguridad. La nueva constitución va dejando de ser necesaria o imprescindible para el bloque en el poder. Es cierto que una facción de la clase dominante, representada principalmente por Republicanos, nunca ha considerado como necesaria esta readecuación constitucional, sin embargo, la burguesía como bloque ya había entregado este instrumento para consolidar su dominación y sistema de privilegios.

 

Para ellos el río vuelve a su cauce. La deliberación político institucional deja de ser un asunto público masivo y los mecanismos de representación a través de la casta política parecen consolidarse. Es por esto que no les molesta el silencio, tranquilidad, “quitado de bulla”, la fomedad intrascendente del consejo constitucional. Es una vuelta a la “normalidad del orden de las élites” en el cual, deliberan y deciden las y los expertos, en su conjunto a sueldo del orden y la institución. Conciencia republicana le llaman.

 

Todo lo anterior no solo avanza debido a las dimensiones y acciones de un complot de unos pocos (las y los poderosos) sino también a causa de la situación de la lucha de clases en las que la fuerza popular decae y se comienza a desgranar. Este relativo repliegue si bien es complejo y tiene cierta profundidad, no es total o inmovilizador, pese a la retoma de la iniciativa política por parte de la burguesía, se mantienen activas algunas movilizaciones locales y/o sectoriales, y la crisis no ha sido cerrada favorablemente para la dominación. La ilegitimidad del sistema político actual persiste, los chascarros del gobierno ayudan al desprestigio, las condiciones de vida siguen difíciles y no existe ninguna alternativa (de relegitimación, reaccionaria o revolucionaria) que logre hegemonizar.

 

Asimismo, en el campo enemigo no todo avanza con tranquilidad al interior de su casa, la cual no es de todos. El Bloque en el poder presenta diferencias tácticas respecto de los mismos acontecimientos en el marco de la coyuntura y su pacto de dominación. La mayoría de la burguesía, en el contexto de la ofensiva popular de octubre, se cuadró con la táctica de relegitimación a través del consenso político de la nueva constitución. Este consenso incluía dentro de sus mecanismos algunas reformas para consolidar el orden; el gobierno se constituyó como sector representativo de la política de reformas para la redistribución, tanto de ingresos como una cierta redistribución del poder que abría espacios para un sector de la burguesía “emergente e innovador”, no tan ligado orgánicamente al bloque imperialista “yankee”, ni tradicionalmente parte de la facción monopólico financiera (sin llegar a considerar que se trate de una facción correspondiente a burguesía nacional). Más allá de la pseudo buena intención de su campaña electoral, en lo concreto, este gobierno ha implementado muy poco de sus supuestas reformas para el pueblo, por el contrario ha legislado medidas antipopulares y represivas.

 

Este gobierno tiene como fin la estabilización para consolidar la dominación. Una estrategia burguesa ampliamente utilizada en tiempos de crisis o de amenazas a su estabilidad, que se intercala con la estrategia represiva abierta y reaccionaria, representada por republicanos (o los UDI que pasaron a formar republicanos) y sectores de la UDI (o los republicanos que se quedaron en la UDI) y la burguesía monopólico financiera ligada orgánica y políticamente al bloque imperialista “yankee”. Si bien representan diferencias en la forma de alcanzar la relegitimación y el orden, de igual manera presentar ambas facciones como oposiciones permite mostrar hacia la ciudadanía que existen diferencias, por las cuales deben optar.

 

El gobierno de Boric, Vallejo, y el renunciado Jackson, pasó a ser rápidamente el gobierno de Boric, Toha, Monsalve, Elizalde y Marcel. Este cambio de personajes representa una transformación en la hegemonía política (siempre en disputa) al interior del gobierno. Son sectores con trayectoria política ligada a la concertación y la nueva mayoría y por eso mismo son representantes de un sector burgués más ligado a las estructuras estatales, a los negocios y negociados amparados por el estado, al capitalismo burocrático, con obediencia crítica al bloque “yankee” y con creciente tendencia conservadora. Ellos y ellas quieren un estado clientelar que asegure a cualquier precio negocios y estabilidad.

 

El gobierno ha sido hasta el momento capaz de avanzar en la estabilidad política, más allá tanto de la persistencia de las movilizaciones (en el marco de un repliegue no planificado, una derrota política transitoria del movimiento de masas) como de las presiones y charadas de la “oposición” de derecha.

 

No hay dos derechas y los vaivenes entre gobierno y oposición.

 

La propaganda oficial pretende presentar ante las masas populares y las capas medias la idea de que existen dos derechas políticas, situando a la coalición Evopoli/RN/UDI prácticamente al centro de su escenario político (con pololeo e intentos de romance con Amarillos, Demócratas y DC, o lo que queda) y por otra parte a Republicanos, una nueva derecha más dura y ligada a la dictadura.

 

Republicanos representa políticamente a los sectores de la burguesía que históricamente más se han beneficiado de la explotación y la opresión, son los sectores a la cima de la pirámide de la dominación y que (de nuevo históricamente) no dudan en imponer sus privilegios a través de la represión y la opción por gobiernos autoritarios o dictatoriales, no son una nueva derecha son la expresión política de la reacción. El resto, variando en las situaciones políticas mediadas por la intensidad o radicalidad de la lucha de clases y la posibilidad de rearticulación del campo revolucionario son sectores políticos que vacilan entre el consenso y la represión, ambas posibilidades no por principios sino por relación con los avances de las fuerzas revolucionarias.

 

El intento de cerrar el ciclo abierto a principios de este siglo, y que logra hasta el momento su mayor calidad en el alzamiento popular de octubre, depende del despliegue y logro de sus objetivos, de la capacidad de restablecer la estabilidad terminando por apagar la llama de la rebelión o por el endurecimiento represivo para arrasar con toda posibilidad de organización y fuerza popular. Es decir, una salida con un pacto político al estilo concertación/dictadura o un gobierno reaccionario que por el desate de la fuerza represiva e ideológica imponga una opción de radicalización de sistema de explotación y dominación capitalista.

 

El dinamismo propio de la lucha de clases que también se expresa en el bloque en el poder se plasma en diferentes situaciones de la actual coyuntura como acusaciones constitucionales por parte de la oposición hacia personajes del gobierno, el destape del “caso” convenios y de nuevos casos de corrupción son herramientas para que la facción conservadora del bloque en el poder arremeta contra sus adversarios socio-liberales que utilizaron con bombos y platillos en sus campañas una imagen de nuevas generaciones libres de la propia descomposición que genera el poder del estado burgués.

 

Estas son algunas de las formas en la que aparecen las contradicciones al interior del Bloque en el poder que por el momento no hacen daño efectivo y duradero a ninguno de sus sectores. Más bien son expresiones de rencillas con un cálculo de posicionamiento electoral, para hacer zancadillas con el fin de quedar mejor situados en la perspectiva de la próxima administración del aparato estatal y municipal. Por esto siempre bordean el éxito, pero insistimos sin provocar daños mayores, salvo el último intento donde la renuncia de Jackson logra en parte destrabar el show mediático y dar cierre a ese episodio con el espurio cambio de gabinete.

 

El espectáculo de los convenios va por el mismo carril (similar a lo acontecido anteriormente con las boletas falsas y el financiamiento trucho). Es un mecanismo de clientelismo y financiación ampliamente utilizado y de larga data. Esta vez la patrulla juvenil socio-liberal del FA, fue descarada y con demasiadas ambiciones de enriquecimiento personal. Estalla el escándalo y ahora se abre el período de descubrir que la misma fórmula ha sido usada para financiar fundaciones y organizaciones ligadas a la derecha. Lo más probable es que el escándalo dure un tiempo, alcance a todos los sectores políticos burgueses y luego se vaya apagando.

 

La forma “institucional” de superar el impase, muy probablemente será una nueva “modernización del Estado”, mecanismo que apuntará a dar más espacio para la “iniciativa privada”, mayor control al estado y con ello reducción aún más acelerada de la intervención estatal en la esfera de ejecución social y económica, es decir una vez más la profundización de la mercantilización de los derechos populares.

 

 

El gobierno en la UCI se esfuerza por salir del pantano.

 

La baja aprobación del gobierno y su incapacidad de contrarrestar los diferentes episodios y bochornos, han llevado a que generen una serie de acciones que buscan su revalidación. Es así como, recurriendo al campo popular domesticado y servil a los intereses del poder se persigue la conexión entre el gobierno y las masas. La utilización de la coyuntura de aprobación de la ley antitoma expresada en la movilización del movimiento de pobladores/as orquestado por Montes, cuyo show muy bien elaborado para que, ante la prensa apareciera un presidente que escucha y está con las demandas del pueblo, “saliéndose del libreto” y con megáfono en mano sostenido por el líder vendido de la vivienda, diera un discurso populista a las masas pobladoras.

 

Por otra parte, el gobierno y sus dispositivos sociales intentan con debilidad reposicionar sus medidas administrativas y legislativas. Para ello recurren a intentos de “movilización”. Por ejemplo, en relación con la menos que tibia reforma previsional (por lo demás cada día menos reforma y más ajuste dentro del mismo modelo) han organizado la marcha de los bastones, utilizando a pensionadas y pensionados para “exigir” la tramitación rápida de sus reformas que nada transforman. También intentan, desde su flanco “izquierdo” revivir el movimiento NO + AFP, esta vez para pedir reformas a las AFP y ya no el fin de este sistema de capitalización individualista en beneficio de la especulación financiera y los grandes monopolios. Junto con ellos, sectores entreguistas y oportunistas se han sumado a dicho teatro.

 

La reactivación de la FECH promovida por los partidos de gobierno y el oportunismo, es otro esfuerzo por reconectar con las masas. Las elecciones de esta organización francamente no calientan a nadie, es más bien un simbolismo que ningún asidero tiene entre las masas estudiantiles.

 

En medio de este contexto, y forzado por la coyuntura, Boric realiza un cambio de gabinete, en donde el falso Partido Comunista gana terreno por sobre Revolución Democrática. reemplazándolo en educación, queda en evidencia como la alianza con este sector se fortalece, desalojando, momentáneamente la posibilidad de un descuelgue del PC “por izquierda” al gobierno; además lo coloca como barrera de contención con el movimiento popular y de masas.

 

Por último, pensando que los 50 años del golpe serían la fiesta de la democracia y la memoria para construir futuro (y con ello comenzar a olvidar), el gobierno ha debido quitar acelerador a la agenda de conmemoración por los escándalos de corrupción y los chascarros de MIDESOF, pero también por los bochornos del propio jefe del plan 50 años, Patricio Fernández, quien titubeó y dejó abierta la posibilidad al negacionismo, lo que le costó el cargo. El gobierno hará de los 50 años una excusa más para servir al plan de relegitimación del orden, desalojando la alternativa revolucionaria, instalando que la democracia es la forma de realizar sociedad civilizada y que, la lucha armada es obsoleta y parte del pasado.

 

El charco oportunista.

 

El avance de la contraofensiva reaccionaria en todas sus modalidades ha producido una decantación profunda al interior del campo popular, se ha evidenciado la separación existente, los diferentes intereses, tácticas y estrategias. Los sectores oportunistas que hasta hace poco se disfrazaban de revolucionarios y revolucionarias han corrido sus máscaras y se muestran abiertamente disfrutando del charco del oportunismo y la claudicación entreguista, por migajas se han vendido a los que ayer renegaban.

 

Se unieron alegremente al circo constituyente y con ello a la lógica electoralista y de las migajas de la representación popular en las instituciones. Son sectores que históricamente se balancean entre un discurso sectario aparentemente radicalizado, la infinidad de sectas trotskistas por ejemplo, y aquellos que cada vez que se abre un “espacio posible para desde abajo transformar las instituciones desde un carácter popular” o “desbordar desde adentro”, demuestran lo alejados que están de un camino en que la confianza en la potencia de transformación revolucionaria de las masas organizadas de manera autónoma y combativa está a la base.

 

Estos sectores, como buenos oportunistas siempre pululan y tratan de instalarse donde puedan sacar más provecho. En el presente se desatarán, de acuerdo con sus posibilidades y capacidades reales en las próximas elecciones. Levantarán plataformas populares que impugnarán al gobierno por traicionar el programa y abandonar la lucha.  En su vaivén oportunista intentarán reposicionarse aparentemente en un camino de lucha y movilización, criticarán la traición al programa y se presentarán con discurso rupturista y combativo, apelando a su histórico posicionamiento popular y/o clasista y a la apertura a todas las formas de lucha para la transformación, que en realidad es la claudicación hacia el parlamentarismo y electoralismo. Especial cuidado hay que tener pues en lo fundamental como buenos oportunistas no dudarán en traicionar y en negociar migajas y prebendas personales. No hay nada nuevo bajo el cielo del oportunismo, con viejas o nuevas identidades, el camino es el mismo, transitarán a mayor o menor velocidad y capacidad de humillación, a ser la franja “izquierda”, al margen, pero con pretensión de inclusión en el bloque en el poder.

 

Para estos sectores, la coyuntura de los 50 años del golpe cívico militar aparece como una oportunidad para legitimar y reivindicar la concepción revisionista del socialismo. Levantar la vía chilena que no es más que la institucionalización y cooptación de las fuerzas populares, encontrar en el estado burgués una posibilidad para reformar sus estructuras y alcanzar el socialismo, desconociendo a la violencia como inevitable salida a las contradicciones entre las clases. Asimismo, revalidar la tibia concepción de poder popular como espacio de construcción de organización con “una pata en la calle y la otra en la institucionalidad”, son elementos que este sector ocupará para, una vez más, confundir a las masas.

 

 

 

El campo popular y revolucionario

 

Nuestro campo se ha visto desarmado y fragmentado, sin capacidad de dar respuestas organizativas ni programáticas. No hemos sido capaces de proponer una política que haga sentido y convoque a la acción organizada a las masas.

 

El alzamiento popular de octubre nos pilló en un momento de insuficiente construcción de fuerza, en un período en el que si bien las ideas de la revolución y del comunismo revolucionario levantaban cabeza luego de la profunda derrota estratégica iniciada con la restauración capitalista en la U.R.S.S y China, y graficada más claramente en los 90´s, aun no habíamos podido construir los instrumentos necesarios para profundizar el alzamiento y convertirlo en rebelión. Esta debilidad propia permitió abrir paso al triunfo del antipartidismo como concepción generalizada entre las masas y el campo popular que salieron a las calles durante la revuelta. Somos enfáticos en plantear que la hegemonización de discursos antipartidistas es un grave problema en el seno del pueblo y presentan dificultades relevantes para pensar de forma seria las posibilidades de la revolución.

 

El campo revolucionario se despliega en su crecimiento, desata fuerzas y va dotándose de mayores capacidades en la dinámica de la agudización de la lucha de clases. No puede haber un crecimiento cuantitativo desequilibrante en momentos de calma o estabilización. De allí que, el relativo reflujo del campo popular no son un escenario favorable para el despliegue de la alternativa revolucionaria, pero nos impone tareas de cualificación y construcción de organización, sin abandonar el conjunto de las tareas de las y los comunistas al interior del campo popular y revolucionario.

 

Si bien, sostenemos que nos enfrentamos a un relativo reflujo del campo popular, también afirmamos que es fluctuante y que la situación puede cambiar, ya que la inestabilidad, expresada en el mantenimiento de la desaceleración económica, la inflación y su consecuente alza de precios de los productos básicos y los combustibles, aumento de la cesantía, precariedad e informalidad laboral, derechos populares no resueltos, se sigue imponiendo en la actual coyuntura desde el 2019 a la fecha. Con diferentes expresiones, pero de igual manera al no lograrse la estabilidad podemos plantear que el ciclo sigue abierto. Por lo anterior, los esfuerzos del campo revolucionario por sostener y ampliar la organización y la lucha popular deben persistir, ya que debemos seguir generando las herramientas y capacidades necesarias cuando la situación cambie o para tener las capacidades para retomar la iniciativa.

 

Al existir un cambio en la situación de lucha popular y clasista, debemos prestar la debida atención y estudio, para saber profundizar o rectificar cuando se hace necesario. No puede ser la misma respuesta cuando la situación cambia. En medio de este escenario, no podemos dejar de mencionar que es posible visualizar cierta reactivación en el campo popular, pasando de meses anteriores en donde nada ocurría, hoy han reaparecido conflictos y luchas sectoriales con expresiones de masividad y combatividad. Las y los trabajadores de diferentes sectores como la educación, retail o construcción levantan la voz y recurren a la huelga como herramienta para manifestar su descontento e instalar sus justas demandas; independiente de las máquinas del gobierno, es indudable el alza de la lucha por la vivienda expresada no solo en el aumento sostenido de las tomas de terreno, sino también de las miles de familias agrupadas en comités que están dispuestas a salir a las calles a protestar; por último, las y los estudiantes, dinamizadores de la lucha, han persistido en la reivindicación por mejores condiciones para estudiar y han levantado la voz contra las medidas represivas del estado contrainsurgente. Si bien, estas acciones no han tenido la masividad y magnitud que, en otros momentos, si demuestran atisbos de reactivación de las luchas y por tanto se mantiene vigente la posibilidad de conservar abierto el ciclo de lucha actual.

 

En este mismo escenario, agrupamientos, organizaciones y destacamentos del campo revolucionario y subversivo operan e intentan ser un aporte en la lucha frontal contra el capitalismo, así como en la generación de instrumentos para el combate y la lucha directa. Saludamos con humildad y respeto esas iniciativas y debemos generar esfuerzos por su articulación en perspectiva del fortalecimiento de la protesta popular y la lucha frontal contra el capitalismo y el imperialismo. Asimismo, denunciamos la prisión política a quienes luchan y exigimos su libertad inmediata y sin condiciones.

 

Reivindicamos también el ejemplo de combate del pueblo Mapuche, principalmente el que da la lucha por la recuperación de la tierra y autonomía y que sitúa como su principal enemigo al capitalismo. Este sector que ha sido duramente golpeado por el enemigo y a pesar de la persecución logran sostener acciones de sabotaje y mantener viva la llama de la rebelión. Solidarizamos con las y los presos políticos Mapuche, con los presos de Angol que se encuentran en huelga de hambre seca, con quienes desde otros penales se han sumado a la huelga en solidaridad y con todo el pueblo que resiste ante la militarización del territorio y la embestida del gobierno, las forestales y las compañías mineras.

 

Como muchas veces lo hemos dicho y denunciado, también autocríticamente, la falta de unidad o al menos de coordinación, es decir, la fragmentación del campo revolucionario es uno de sus peores enemigos. El sectarismo y vilipendio por las experiencias organizativas y hacia las masas, el culto a la parcela para protegernos en nuestra debilidad son los principales (junto a la insuficiente formación ideológica) factores internos de la dispersión y debilidad del campo revolucionario. Esta fragmentación nos debilita aún más y lo que es realmente importante, debilita la perspectiva de construcción de un bloque popular y revolucionario capaz de enfrentar la dominación, proponer un programa revolucionario, iniciar la constitución del partido comunista para la revolución y comenzar a construir poder popular.

 

La iniciativa de la coordinación y la unidad de las y los revolucionarios se han visto dificultada. Hemos realizado esfuerzos, sin embargo, las debilidades propias de cada organización dificultan una mayor materialización de estos intentos. Sin embargo, existen esfuerzos e iniciativas que nos reafirman en lo correcto de la articulación. Cada uno de los aportes y coincidencias, deben ser potenciadas mediante la articulación. Saludamos a las organizaciones que permiten dar vida a espacios de compañerismo, solidaridad y acciones concretas.

 

Incluimos a nuestra organización en esta voluntad, debemos fortalecernos, cualificarnos, crecer y ampliar nuestro trabajo militante. Ser una mejor organización para avanzar en los caminos de la revolución es hoy una tarea fundamental y una centralidad para poder rectificar parte de las debilidades que no nos permiten, como sector, constituirnos en alternativa.

 

Para avanzar en los principales objetivos políticos del presente período debemos proponer y desplegar una táctica coherente, con perspectiva de masas y ambición de lucha, poder y victoria. En lo inmediato el centro debe estar en el rearme político, ideológico y organizativo.

 

 

Algunas reflexiones finales.

 

El ciclo de retoma de la iniciativa política popular no está cerrado a favor de la burguesía. Tanto el alzamiento de octubre como el largo proceso de luchas de masas que lo anteceden y lo posibilitan han dejado rastro, enseñanzas y memorias. Hay un acumulado cualitativo que es potente. Por eso es necesario luchar por el rearme de nuestras fuerzas y organización popular.

 

La crisis está abierta, ni el gobierno ni la oposición, menos los inventos de consejos constitucionales logran encantar a las masas, el transitorio repliegue no es por el momento (el riesgo existe) sinónimo de estabilización de largo alcance. De allí el necesario y urgente trabajo de construcción y lucha popular, así como generar esfuerzos importantes en la lucha ideológica, contra las ideas burguesas en el seno del pueblo así como contra el revisionismo y el oportunismo.

 

Debemos enfrentar el momento con un doble movimiento o dinámica de despliegue y concentración. Respecto del despliegue, aparecen dos tareas, en primer lugar, la importancia de la lucha de ideas que se desarrollan y se hacen sentido común revolucionario a través de la lucha por la conquista inmediata de las reivindicaciones y derechos, a reflotar la dignidad y la lucha por la apropiación de los derechos populares, con perspectiva estratégica. Por otro lado, la construcción y la propuesta programática es el otro eje del despliegue, que tiene como objeto constituirnos como alternativa revolucionaria. La concentración es el fortalecimiento orgánico y la preparación concreta de las capacidades requeridas para la revolución y para la resistencia a la reacción.

 

Tanto el despliegue y la concentración son sumamente necesarios, ambos deben avanzar de la mano y de forma dinámica y dialéctica, ninguno sobre el otro, sino que como caras de una misma moneda. Acumular fuerza social revolucionaria y a la vez que se construye partido para la revolución, ambas son tareas urgentes en la actual coyuntura de la lucha de clases.

 

Por último, podemos plantear que aún nos encontramos frente a ajustes en la coyuntura, sin embargo, de profundidad trascendental. Está en juego el cierre de ciclo, su devenir aún no se encuentra trazado del todo. En esto, las y los revolucionarios y la acción de las masas toman un rol fundamental para contrarrestar la ofensiva reaccionaria que se está jugando el todo por el todo para cerrar con llave por fuera el actual ciclo de la lucha de clases.

 

No podemos quedarnos sentados ni esperando, es momento de rectificar nuestras deficiencias y avanzar en el rearme popular, revolucionario y comunista.

 

Por Sergio Castañeda

Organización Comunista Revolucionaria

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Las opiniones vertidas en esta sección son responsabilidad del autor y no representan necesariamente el pensamiento del diario El Clarín

 



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