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Otro 11 de septiembre llegó y pasó, y tal parece que el Presidente Allende sigue en combate, golpeando a sus enemigos y destrozando sus disfraces, señalándolos a la vista de todo el mundo. A medio siglo de su muerte su estatura moral se ha hecho tan inmensa que el mundo entero saluda su compromiso con la democracia, con el mandato del pueblo; hasta gobiernos tan de derecha como los de Francia e Italia enviaron saludos deplorando lo sucedido, nadie en el planeta lo celebró, incluso Estados Unidos, responsable directo del asesinato, buscó sumarse a las condolencias. Ante este panorama nuestros partidos de la derecha opositora quedaron lamentablemente aislados, no pudieron poner cara de buenitos como en ocasiones anteriores, no pudieron asentir silenciosamente con la cabeza al oír decir “nunca más”, ni siquiera pudieron sumarse a los gestos realizados por la Armada y el Ejército. No pudieron hacerlo porque sus últimos resultados electorales fueron interpretados en el sentido de seguir por donde iban los Republicanos, es decir, siendo duros, muy duros, intransigentes, y en esta competencia los pilló el 11. Y chocaron con Allende.

Ninguno pudo ponerse el acostumbrado disfraz de demócrata compungido, habría sido cederle terreno al rival en carrera y se encontraron con que la enorme figura de Allende dejaba en ridículo las justificaciones para el Golpe, y los dejaba a ellos como un grupo aislado, amurrado, encastillado en su odio e incapaz de comprometerse a no volver a cometer semejante crimen contra su propio país. No contaban con que no podrían enfrentarse a Allende.

También la derecha en el Gobierno vio caer sus máscaras. En esta fecha el pueblo recuerda a su último Presidente, marchando desde la Moneda hasta el Cementerio General; este año el Gobierno buscó secuestrar la conmemoración, solamente aquellos que fuesen debidamente acreditados – por el propio Gobierno – podrían marchar por las calles de Santiago, para el resto, para el pueblo, para ese mismo pueblo a cuya lealtad el Presidente Allende ofrendó su vida, lo que hubo fue represión. La gente fue agredida por esa misma policía verde que hace 50 años abandonó su puesto de guardia en la Moneda, en marcado contraste con la Policía de Investigaciones, la cual se mantuvo leal hasta el fin. Esta conducta del poder ejecutivo es un insulto y una provocación que pone de manifiesto el verdadero carácter de clase de este Gobierno, más allá de hacer saludos a una estatua y de intercalar citas allendistas en sus discursos.

Pero no hay vallas policiales que puedan separar a Allende de su pueblo, es demasiado grande y el que pretende hacerlo, por el mismo acto se desenmascara y muestra para cual sector social está administrando a nuestro país en realidad.




Gracias una vez más, querido Presidente, muchas gracias por seguir mostrando con claridad quien es quien en este cuento.

Desde los siempre atareados muelles de Chinquihue

 

Renato Alvarado Vidal

 

16 de septiembre de 2023.

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Las opiniones vertidas en esta sección son responsabilidad del autor y no representan necesariamente el pensamiento del diario El Clarín

 



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  1. Después de 50 años, continúa la represión, la humillación al pueblo de Salvador Allende y éste, mientras más lo tratan de enterrar, más alto sube! Gracias compañero presidente, por tu ejemplo y tu honradez como ser humano, valiente y digno!

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