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El papa imbécil

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El catolicismo es una religión que, al igual que muchas otras corrientes espirituales, se encuentra en la actualidad en un proceso de declive, después de haber sido la confesión dominante en parte importante de la población mundial, No obstante, sigue siendo o teniendo una presencia significativa en nuestro continente y en particular en nuestro país.

¿Es Chile un país católico? se preguntaba hace ya ocho décadas atrás, nuestro santo criollo, San Alberto Hurtado. Pregunta que vale la pena hacerse hoy en día, ya que no se aprecian aquellas conductas y actitudes que fueron muy importantes en el pasado, para una institución como la Iglesia Católica en su doble dimensión. Por una parte, una comunidad de fieles que comparten una fe, esto es un conjunto de creencias respecto al sentido de la vida y de lo humano. Y en su otra dimensión, una organización estructurada en forma jerárquica y que mueve enormes flujos de información y recursos humanos y materiales.

Por lo anterior me sorprende como sociólogo, que siendo la religión católica, la aún mayoritaria en nuestro país y existiendo instituciones educativas y universidades que se declaran católicas y más aún, una asamblea de obispos, esto es una jerarquía eclesiástica, y teniendo tantos recursos de poder a su alcance, no haya habido quien confronte y salga al paso del destemplado ataque realizado contra el papa Francisco por parte del candidato presidencial de un país vecino, quien es compatriota del papa y a su vez se identifica como católico. Este señor, según el New York Times, ha tratado al papa Francisco de “imbécil”, de “representante del maligno en la Tierra”, de “parado del lado del mal”, de “afinidad con los comunistas asesinos” y de violar los Diez Mandamientos al defender la Justicia Social. Insultos y descalificaciones frente a las cuales no se han oído voces críticas al interior del catolicismo chileno.

Jorge Mario Bergoglio, quien es hoy conocido como Francisco I, es el primer papa no europeo, el único papa latinoamericano, y fue muy criticado desde sectores de la izquierda por situaciones ocurridas durante la dictadura militar argentina, cuando era superior de los jesuitas, y se tendió así sobre él un manto de sospecha que sus conductas y palabras durante el ejercicio de su mandato papal han progresivamente despejado. Sucesivos documentos que llevan su firma e impronta nos muestran, a quienes observamos desde una mirada no eclesial, a alguien profundamente conectado con los desafíos fundamentales que hoy enfrenta la humanidad.




Comento lo anterior porque me extraña, siendo un ciudadano medianamente enterado, de lo que se transmite en los medios masivos de comunicación chilenos y de lo que se ocupan sus principales titulares, la casi absoluta ausencia respecto a la última Exhortación Evangélica de Francisco.

Lo sorprendente, para alguien que observe desde fuera de la institución eclesial lo que ocurre en ella, es la escasa difusión que se ha hecho en nuestro país y en nuestro continente, del pensamiento y de los consejos y recomendaciones que, desde la fe compartida, hace quien detenta la principal vocería en este colectivo humano. Más aún, se constata un escaso esfuerzo institucional para diseminar lo que se conoce como el magisterio eclesial, en este caso la palabra de su principal exponente.

Yendo a lo que me interesa destacar, Laudato Deum, es a mi entender, un documento crucial para quienes estamos comprometidos en la lucha por preservar las posibilidades de supervivencia de la especie humana y de sus generaciones futuras y en la defensa de los derechos de la Naturaleza.

El pontífice lamenta que “no ha habido reacciones suficientes” mientras el mundo se va “desmoronando”. Además, reitera que “el impacto del cambio climático” tendrá efectos en la salud, el trabajo y el acceso a recursos.

En Laudate Deum, califica la situación como un “problema social global” relacionado con la dignidad de la vida humana. Y estima que el cambio climático “es uno de los principales desafíos a los que se enfrenta la comunidad mundial”. Advierte además que “no se trata de una cuestión secundaria o ideológica, sino de un drama que nos daña a todos”.

Francisco señala que los signos del cambio climático son “cada vez más patentes” y argumenta que en los últimos años “hemos sido testigos de fenómenos extremos”, mencionando los períodos de calor inusual, la sequía, el aumento del nivel del mar y el derretimiento de los glaciares, Laudate Deum considera que se está verificando “una inusual aceleración del calentamiento”, por lo que no harán falta siglos para constatarlo.

Confronta a quienes buscan ridiculizar a aquellos que hablan del calentamiento global, aunque sugiere no confundir los “eventos transitorios” con las grandes proyecciones climáticas que suponen décadas. Cuestiona, asimismo a los que minimizan la problemática del cambio climático acusando a los pobres, así como a quienes “pretenden resolverlo mutilando a las mujeres de países menos desarrollados”. Denuncia que “un bajo porcentaje más rico del planeta contamina más que el 50% más pobre de toda la población mundial”.

Sostiene que ya no se puede dudar del origen humano. Cita la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera: “Mientras escribía la Laudato si’ se alcanzó el máximo de la historia —400 partes por millón— hasta llegar en junio de 2023 a las 423 partes por millón” y que “más del 42% del total de las emisiones netas a partir del año 1850 se produjeron después de 1990” y que desde 1850 hasta hoy la temperatura global aumentó 1,1 grados centígrados, se incrementó la acidificación de los mares y se redujeron sus niveles de oxígeno. Frente a estos datos duros, lamenta las “opiniones despectivas” que se dan incluso dentro de la Iglesia Católica.

Hace referencia a los daños y riesgos por la crisis climática global, destacando que algunas manifestaciones de la crisis climática “ya son irreversibles”, como el aumento de la temperatura global de los océanos, la disminución del hielo continental, el derretimiento de los polos, las modificaciones de los flujos oceánicos y la deforestación de las selvas tropicales, al tiempo que condena que muchos seres vivos, incluyendo humanos se hayan convertido “en nuestras víctimas”.

Pese a todo lo antes afirmado, considera que “estamos a tiempo para evitar daños todavía más dramáticos”. Se refiere a la pandemia del covid-19, como una demostración de que “lo que ocurre en cualquier lugar del mundo tiene repercusiones en todo el planeta”.

No abundaré en dar a conocer más contenidos de un texto que está disponible al alcance de quien quiera leerlo en internet, solo destacar el contundente párrafo final y que, a diferencia de afirmaciones de tipo más genérico como se estila en este tipo de documentos, incluye en este caso una mención directa:

“Si consideramos que las emisiones per cápita en Estados Unidos son alrededor del doble de las de un habitante de China y cerca de siete veces más respecto a la media de los países más pobres, podemos afirmar que un cambio generalizado en el estilo de vida irresponsable ligado al modelo occidental tendría un impacto significativo a largo plazo. Así, junto con las indispensables decisiones políticas, estaríamos en la senda del cuidado mutuo.”

¿Serán los oídos sordos de quienes defienden sus intereses, la explicación de que siendo este un país tan católico como para conseguir beatos y santos propios haga, sin embargo, la vista gorda en la situación descrita?

 

Por Antonio Elizalde

 

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Sociólogo

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  1. Hugo Latorre Fuenzalida says:

    Lo que expresa el ex presidente uruguayo Pepe Mujica sobre el fenómeno Milei, es muy cierto:
    «EL FENÓMENO ES QUE EXISTA GENTE QUE LE HAGA CASO».
    NO SE NECESITA DECIR NADA MÁS.

  2. Solamente el pensamiento humilde de uno que trata de ver las cosas de forma bien realista, dejando de lado lo que no nos afecta directamente como el cambio climático; El ser humano siempre va a escoger, sin pensar, en las cosas que nos dan placer y que nos alivian la existencia, es decir, todas estas cositas que los adelantos technológicos nos evitan que gastemos muchas energías. Podría explayarme, pero solamente miren a su alrededor y vean a los peleles caminando, o viajando en el metro o manejando, con la vista en la cosita cuadrada adaptada a la palma de la mano y tecleando con los deditos.
    Termino con esto: El Capitalismo y su rama super extrema, el Neoliberalismo, han alterado la forma de vivir de los humanos y esto ha traído que sicologicamente el ser humano ha escogido vivir el momento con todas estas huevaditas, haciendo que los seres humanos se olviden de vivir en sociedad y sus problemas. Termino con esto, el Neoliberalismo pretende en su ideología, que el estado sea MÍNIMO, es decir, que se dedique solamente a llamar a elecciones para demostrar que todavía hay «democracia» y que los peleles todavía tienen poder, y dejar que los asuntos económicos los resuelva una minoría que posee todo, ¿Y la educación y la salud? Bueno, el que puede pagar por estas insignificantes cositas, tienen derecho a ellas, es decir, mientras menos gastos genere el estado, tanto mejor y ¿ acaso los chilenos en su mayoría no están felices con sus huevaditas, que los hacen tan, pero tan felices? En cuanto al Papa Francisco, una voz de advertencia en la inmensidad del Imperio Neoliberal. Addendum: Si Chile y los chilenos han gozado del neoliberalismo desde el término de la dictadura, ¿por qué negarle este inmenso placer del Neoliberalismo a los Argentinos con su representante, el loco pelucón de milei?

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