Crónicas de un país anormal

Retrocede la contrarreforma educacional: Piñera sufre esta semana dos derrotas consecutivas

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El 10 de julio 2019, el intento contra reformista del gobierno sufrió dos derrotas consecutivas: en primer lugar, la Cámara de Diputados, por 80 votos contra 69, rechazó el proyecto estrella de la ministra de Educación, Marcela Cubillos, “Admisión Justa”, que no podrá ser repuesto hasta un año más; en segundo lugar, una leve mayoría, 200 votos de diferencia, (49,7% contra 50,3%), el Colegio de Profesores acordó continuar con el paro indefinido hasta tanto sus demandas no sean satisfechas por el gobierno.

 

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El gobierno derechista de Piñera no disimula su objetivo central de demoler los pocos logros en educación que había alcanzado la Reforma durante el segundo gobierno de Michelle Bachelet.

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La Reforma del gobierno pasado, aunque débil e insuficiente, al menos intentó lograr el cambio en algunos puntos del sistema educativo, como el lucro y la selección, que reproducía en los centros educacionales la desigualdad monstruosa de la sociedad chilena, evitando que  la selección mantuviera una especie de “apartheid” entre colegios para niños de familias ricas contrastando con las de los pobres y carenciados educacional y culturalmente.

 

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El proyecto educativo de la derecha consiste – así no lo manifiesten explícitamente – en convertir la educación en un bien de mercado: la calidad de los procesos enseñanza-aprendizaje son sometidos al mismo control que cualquier bien que se transa en el mercado, (no otra cosa son las pruebas estandarizadas, vg. las del SIMCE y las de la PSU).

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La educación se ha convertido en una especie de domesticación, que enseña a los alumnos a responder mecánicamente a las preguntas de opción múltiple, sin importar la capacidad de crítica, comparación, análisis, comprensión del mundo y de la sociedad.

 

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Desde el jardín infantil se condiciona a los niños a responder a pruebas de admisión, con el fin de mantenerlos domesticados hasta el fin de sus días. La idea es formar manadas de vencejos y analfabetos políticos, para que se mantenga la élite en el poder. Mientras los “rotos” sigan siendo serviles, apolíticos y proporcionen mano de obra barata, todo está bien.

 

El reducir la historia, la apreciación artística y la educación física calza  muy bien con la concepción de mercado que tiene la derecha sobre la educación. La historia, sobre todo la más contemporánea, permite a los alumnos captar su identidad como personas y ciudadanos, además de su sentimiento y conciencia de pertenecer a una comunidad nacional. (Es sabido que uno de los principales métodos de tortura es lograr que la víctima deje de ser persona y pierda su identidad, y de esta materia se trata respecto a los pobres, que para sobrevivir, no tengan conciencia de su explotación por parte de los poderosos).

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Por desgracia, para el gobierno los profesores desde hace mucho tiempo han dejado de ser borregos, que eran solo un instrumento para la gran misión de domesticación humana, y ya no se conforman con las migajas que les ofrece el gobierno “todopoderoso”. En el caso de la votación de ayer, bajo el método de la democracia directa, una mitad de los profesores decidió soberanamente continuar el paro.

 

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El filósofo Michel Foucault define muy bien el carácter del poder contemporáneo, que está descentralizado y abarca todos los aspectos de la vida humana, desde la salud hasta la sexualidad. Todos somos observados desde nuestra cotidianidad por un gran panóptico, en que nadie escapa a la vista del represor.

 

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La derecha sabe muy cómo  utilizar el famoso principio de “dividir para reinar”: al hacer uso de los medios de comunicación de masas en su favor quiere lograr influir en los ciudadanos haciendo ver, en el caso particular del paro actual de los profesores, que están divididos entre los del comunista Gajardo, (que se “come” a los niños), y los “partidarios del presidente, Mario Aguilera.

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La derecha apela también a su “irresistible” amor por los niños, especialmente los más vulnerables, culpando a “los insensibles y malvados profesores de privarlos de su derecho a la educación” y, a su vez, envalentona a la clase media sosteniendo la falacia de que los padres deben elegir el colegio donde se van a educar sus hijos, escondiendo que es el mercado el que determina la ubicación de las personas en el sistema social, y que según el poder de compra, los apoderados y padres podrán escoger el colegio para sus hijos.

 

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En la educación bancaria, para usar el la expresión  del educador brasilero,  Paulo Freire, los saberes son depósitos que se depositan en la mente del estudiante, y así ocurre en la educación domesticadora.

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Afortunadamente, a pesar de la incapacidad de los políticos de oposición y de la obsecuente actitud  de los democratacristianos respecto al gobierno, aùn tenemos un movimiento de profesores que, con valentía, se oponen a la contrarreforma educacional.

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Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

11/07/2019                  

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